Según define el Ministerio de Salud de la Nación Argentina, “El Dengue es una enfermedad viral transmitida por la picadura del mosquito Aedes aegypti. Cuando el mosquito se alimenta con sangre de una persona enferma de dengue y luego pica a otras personas les transmite esta enfermedad. Este mosquito tiene hábitos domiciliarios, por lo que la transmisión es predominantemente doméstica. El contagio solo se produce por la picadura de los mosquitos infectados, nunca de una persona a otra, ni a través de objetos o de la leche materna”.[1]
El dengue es un problema creciente para la Salud Pública Mundial, debido a varios factores: el cambio climático, el aumento de la población mundial en áreas urbanas de ocurrencia rápida y desorganizada, la insuficiente provisión de agua potable que obliga a su almacenamiento en recipientes caseros habitualmente descubiertos, la inadecuada recolección de residuos y la gran producción de recipientes descartables que sirven como criaderos de mosquitos al igual que los neumáticos desechados. A esto se suman el aumento de viajes y migraciones, fallas en el control de los vectores y la falta de una vacuna eficaz para prevenir la enfermedad”.[2]
Por medio de un conjunto de medidas dirigidas al control y eliminación de insectos, arácnidos, y otros artrópodos que pueden ser vectores de trasmisión de enfermedades para el hombre. Para ello se debe tener en cuenta:
Conociendo estos tres componentes se puede emplear la estrategia de control más efectiva utilizando diferentes métodos: aplicación de geles, aerosoles, polvos, fumígenos, utilización de pulverizadores termonebulizadores y equipos ULV.
Como la aplicación de insecticidas es una medida destinada a eliminar a los mosquitos adultos pero no a los huevos y a las larvas, la mejor manera de prevenir la propagación del Dengue es la eliminación de todos los criaderos de mosquitos, es decir, de todos los recipientes que contienen agua tanto en el interior de las casas como en sus alrededores. Como por ejemplo, latas, botellas, neumáticos, trozos de plástico, bidones cortados, etc., que pueden eliminarse. En el caso que los recipientes no puedan eliminarse porque son de uso frecuente se debe evitar que acumulen agua en su interior, por ejemplo dándolos vuelta (baldes, palanganas, etc.) o vaciándolos frecuentemente (portamacetas, fuentes, etc.).
[1] Fuente: Página web del Ministerio de Salud Argentino.
[2] Fuente: “Guía para el equipo de salud”- Ministerio de Salud, Presidencia de la Nación, 2, 4ta Edición, Año 2015.